martes, 25 de abril de 2017

EL FRACASO DEL HOMBRE MODERNO

Por Richard Pacard 
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El hombre moderno idealiza toda moda, todo lo que para él sea nuevo. Esta ilusión le hace odiar todo lo antiguo, con la misma fuerza y magnitud que ama todo lo novedoso; y he ahí el drama y la tragedia de la pos-modernidad, aunque debemos aclarar que en si mismo, esta característica no sea causa de la enfermedad, sino más bien uno de sus síntomas.  

Estamos ante una sociedad civil inmersa en el más exacerbado positivismo (1), acomodaticia (puesto que busca lo más cómodo y todo aquello que supone algún goce  material, en lo cual apoya su búsqueda inaplazable de la felicidad; más el hombre o individuo moderno está esclavizado por las modas que a todas horas, ya sea en los medios de comunicación de masas, la publicidad o el marketing (le imponen la voluntad de las superestructuras), convirtiéndose en el único objetivo el consumo exacerbado, participando en el mantenimiento de las oligarquías imperantes, las cuales anteponen los propios intereses economicistas a todo lo demás. El rebaño cede su libertad y su dignidad a las elites políticas y financieras, aceptando de esta manera su esclavitud sin remisión, por que se ha instaurado la creencia (de que esto es lo que hay) sin más discusión ni debate.

Se ha asumido los males del sistema como irremediables, por ello desde los cursos de formación ocupacional, desde todos los ámbitos económicos y políticos, se nos lanza el discurso de la positividad, (hay que ser positivos, activos, optimistas); así se le niega la realidad al rebaño, aunque la realidad sea terca. La vida presente y futura se nos presenta fría, fragmentada y como una lucha sin cuartel, en aras del nuevo contravalor supremo que supone: La Competitividad.  La lucha por nuestra parcela de supervivencia.

El individuo moderno o pos-moderno, niega todo aquello que no percibe a través de los sentidos, es negacionista de todo sentido de trascendencia o espiritualidad, ello se materializa en una búsqueda permanente del placer y la felicidad, concretada en consumir cualquier producto que cubra el vacío que conlleva la falta de trascendencia, que su (Yo) necesita, los goces materiales no son (sin embargo) suficientes, son placebos que una vez disueltos crean un vacío que desembocan en un sentimiento de frustración.
Teniéndolo todo a su alcance, no alcanza todo lo que desea, aunque en el caso de alcanzarlo este no es suficiente., no satisfaciendo todas las necesidades.  Esto se manifiesta en sus relaciones sociales, en la fragmentación social, materializadas en una convivencia urbana, superficial, que no sobrepasa las buenas costumbres, indiferente a la suerte de los (otros), sintiéndonos solidarios a todo lo que conlleva lo colectivo, lo social, o el voluntariarismo; no hay voluntad de ayudar a los demás. Existe cierta pasividad, cierta indiferencia (es bueno volverlo a repetir) hacia todo aquello que traspase los limites de nuestra individualidad, quizás por miedo, impotencia, desinterés, comodidad.

El individuo pos-moderno niega la existencia de Dios, abandonando lo absoluto, en aras de la conformación de una sociedad edonista, (donde todo vale), el bien y el mal aparecen así desdibujados, contrastando este fenómeno de negacionismo con la perdida de valores. No se puede dejar de creer en Dios y al mismo tiempo no asumir sus consecuencias, lo que supone el fin de toda referencia o verdad fundamental, lo cual es el antecedente del origen de nuestros males, no olvidemos que nuestra civilización asienta sus bases sobre el mensaje de Cristo y del Cristianismo, que bebe a su vez en las fuentes del pueblo hebreo: Dios no ha muerto, ha sido abandonado por el modernismo. A este le molesta un Dios que constantemente se declara defensor y paladín del pobre, la viuda, el huérfano y los más débiles de la sociedad. Un Dios en definitiva que exigía misericordia y justicia a los desheredados del mundo, que odia cualquier estructura de tipo estatal o privada. Hemos perdido a Dios, pero al mismo tiempo hemos perdido toda esperanza, vendiendo nuestros derechos, no por un plato de de lentejas como Esau, si no por el plato de las lentejas: Hemos perdido nuestros derechos y nuestra dignidad.

La sociedad pos-moderna niega toda idea o principios absoluto o permanente, que denota una negación a si misma, es decir, a su historia, tradición, negadores de todo  axioma de unidad, valedores de la atomización, fragmentación, promotores de la competencia, frente a la cooperación, enemigos declarados de la fraternidad e igualdad (2), defensores acérrimos del Darwinismo social.

 Existe en el ser humano un impulso a la que le es imposible sustraerse, en cuanto es la necesidad que tiene su esencia o espíritu de poseer alguna idea-fuerza que le trascienda, creencia o compulsión a la que ha de cubrir la fe en el Todo (Dios) en lo absoluto, cuando esto falta se cubre con supersticiones para-sipcologicas cercanas a la idolatría y el paganismo. Por ello necesitamos todo estudio o conocimiento basado en el Todo, para discernir y conformar unas orientaciones que nos sirvan de guía, para poseer la seguridad de aquello que pueda presentarnos como la verdad. Tener la seguridad de que no estamos solos ante el cosmos, que hay Alguien que nos escucha cuando oramos, que nos protege ante todas y cada una de las tribulaciones y desventuras que sufrimos a lo largo de nuestro recorrido vital, aquello que percibimos más allá de los sentidos, más allá de toda lógica racionalista, más allá de la razón, ¿quizás sea todo ello una simple y enigmática ilusión? ¿o se trata de la intuición de aquello que existe muy lejano, lejos de la frontera de toda dimensión?

La modernidad ha despojado al hombre de su espiritualidad, convirtiéndose en un amasijo de arterias, venas, músculos, etc., con fecha de caducidad, un ser vivo sin más meta que el recorrer su sendero vital presente sin esperanza en un futuro, sin sentido, vacío e inucuo. Su mismo ser, su Yo más profundo se haya por ello fragmentado, su parcela de divinidad se haya resentida, de ahí que se resquebraje el Buen Sentido, su Yo se siente insatisfecho.

¿Pero que es en si mismo la percepción? Esta facultad esta bloqueada en el individuo moderno, totalmente desvinculado de su esencia. La percepción es aquel movimiento profundo de nuestro interior que deriva en una serie de sensaciones que tiene su origen en elementos exteriores, los cuales impregnan nuestro espíritu; del centro de este surgen fuerzas y potencias que nos hacer prever el futuro, que nos subliman los sentidos, hasta el extremo de oír (en algunos casos) la voz de Dios. Estas sensaciones se hayan más allá de todo sentido racional, aunque en el se basan. . No se pierde la conciencia del presente espacio-temporal (Dichas sensaciones tienen su origen en el hondón de nuestra interioridad), sin necesidad de perder el contacto neuronal con la realidad, ya que de ella recogen sus sensaciones. Todo esto tiene su origen, en el desarrollo de un complejo sistema nervioso, lo cual lo convierte en recepto o radio entre el orden divino y el mortal.

El individuo pos-moderno confía en lo aparente, solamente cree en aquello que ve, como carece de introspección, no profundiza en aquello que observa, no intuye que cabe la posibilidad de que haya un mundo más allá de lo que percibe a través de la vista. De ahí que al rebaño sea tan fácil de manipular y engañarlo. Carece de la capacidad de descernimiento, para la reflexión, el análisis o el estudio. Al rebaño le basta la primera impresión para confiar en lo real, se cae de esta manera en la superficialidad de todas las situaciones, de todas las circunstancias, de todos los objetos. El rebaño no tiene la capacidad ni la inteligencia para rebelarse, necesita ser liderado, necesita ser mandado, en cierta forma dominado, también necesita (valga la rebundancia) la pertenencia a un clan, una tribu, un  grupo, la pertenencia a la manada, aunque el rebaño no sea consciente de ello. Todo el mundo pos-moderno se haya basado en lo aparente, en la mentira, así todos los presupuestos de los que parte (ya sean políticos o morales) se hayan basados en la dominación y el engaño. La democracia en la que creer vivir no es real, ya que se haya secuestrada por las oligarquías financieras y políticas, las cuales se entregan sin descaro a la corrupción, a la lucha por el mantenimiento del poder, ya que han dimitido del ejercicio de servicio a sus pueblos y comunidades. Los partidos políticos, igual que sus cadenas de trasmisión (sindicatos), solo representan a sus propios interés y a la de los ricos y poderosos, independientemente de su filiación ideológica (izquierda y derecha) las cuales han aceptado todos y cada uno de los contravalores de la modernidad y su principal consecuencia: El Capitalismo.

La soberanía nacional no reside en el pueblo, esta en las manos de una oligarquía, dueña absoluta de bancos, inmobiliarias, empresas, etc. La misma civilización esta basada en el engaño. El mercado se basa en la mentira, la expoliación y el monetarismo. El dinero esta en manos de especuladores y usureros. El dinero como instrumento de cambio ha sido pervertido, por ello tendría que tender a desaparecer como instrumento básico de supervivencia, ya que no ha cumplido su misión.

Es una certeza inalienable del hombre cuestionar aquello que le rodea, aún aquello que va más allá de nuestros sentidos; la duda es legítima, es necesaria, sólo Dios carece de dudas, ya que el Ser Supremo, aquel que es el principio y fin de todas las cosas, no puede albergar duda alguna, ya que El representa el “Todo”. La duda representa todo la contrario del fanatismo, ya que el fanático no alberga en su ser ningún tipo de duda acerca de su ideario o de sus acciones. Se cree elegido por alguna clase de providencia, lo cual le confiere el ser en si mismo (intocable) ya sea por las manos del hombre o incluso por la gracia divida. La duda, el escepticismo tienen un límite, ya que la misma duda puede caer en la afirmación de la fe, pero así mismo en la negación de todo principio. Nuestra opinión es que el hombre puede intuir la presencia de la divinidad, pero esto  que intuye, la razón y la lógica lo niegan.

Todo aquello que se haya más allá de nuestros sentidos, la razón y la lógica lo niegan, puesto que el mundo mortal es incapaz de imaginar lo inmortal; pero esto que por ser incomprensible para el hombre no prueba en absoluto su falsedad, tampoco su veracidad, es ahí donde entra la fe en aquello que juzgamos incomprensible, considerando que el alma y el espíritu están fragmentados, independientes, autónomos, con sus necesidades y limitaciones. Solamente la unión del todo con las partes, puede hacer comprensible lo que es imposible de discernir.

¿Es posible dentro de nuestro contexto en el cual nos hayamos (en el día de hoy) un renacimiento global en todos los ámbitos de la vida?

Yo sostengo la opinión que es posible, ya que la historia tiene carácter cíclico por lo cual es probable una vuelta a los orígenes, un retorno a los antiguos y viejos principios    (aunque ya renovadas y adaptadas a los tiempos o el contexto que nos toque vivir) en las cuales han de beber las viejas o nuevas tendencias, de donde surgirá una nueva civilización, una nueva sociedad, de las cenizas de la nuestra. Esta ha de nacer bajo el signo de grandes catástrofes, igual que una parturienta con gritos de dolor y sufrimiento, tras este parto nacerá una nueva sociedad y un nuevo hombre.

Se haya en juego el modelo por el que hemos apostado hace 600 años (según el acontecimiento histórico del que nos basemos). Tampoco excluye la gravedad del momento en el cual nos hayamos inmersos. La humanidad en su conjunto se haya inmersa en una encrucijada. Esta siendo obligada a elegir: Nuestro destino dependera del tipo de elección que hagamos, de ello surgirán las consecuencias subyacentes. Hay dos caminos a seguir: o la opción por la cual el individuo no es nada frente a las adversidades de la vida, lo cual nos lleva a elegir entre el individualismo o el comunitarismo, donde todos cooperamos, donde todos somos uno frente al poder de unos pocos, en el cual todos ayudamos a todos. Construyendo entre todos una sociedad civil fuerte y libre, en el cual los sistemas políticos actuales como: el constitucionalismo, la democracia representativa, los partidos, la economía liberal-capitalista, toda esta estructura no sirven ya para encauzar esta forma nueva de convivencia. Los sistemas políticos actuales se hayan en el estadio actual caduco y moribundo, o bien elegimos la segunda opción que sería el mantenimiento del actual contexto social, el cual nos llevara inevitablemente a la destrucción de la civilización.

La familia es el núcleo de toda sociedad civilizada; es una necesidad para la defensa y protección de todos sus miembros. La disolución de esta columna sería a la postre, el signo de la decadencia y el ocaso de nuestra civilización. El Estado se haya obligado a proteger a dicha institución de las asechanzas del mercado y de las demás contingencias de la vida, ya que la familia es la célula básica de toda convivencia civilizada. Al sistema capitalista le estorba sobremanera dicha institución, enfrentándola en su promoción a los colectivos gays o los matrimonios del mismo sexo, así como las reivindicaciones de una supuesta igualdad del feminismo radical, el sistema logra con ello enfrentar y fragmentar a los distintos colectivos, en menoscabo del matrimonio nuclear. (Divide y vencerás). Mientras se abre dicho debate en la sociedad, el Estado puede dedicarse a los negocios de estado. De lo que se trata es de crear confusión. Donde hay confusión no se sabe que rumbo seguir, lo cual beneficia al poder.

Si las leyes son injustas, estamos entonces en la obligación de protestar y en casos extremos, levantarse en armas. Sería licito rebelarse contra el tirano e incluso llegar al crimen si con ello liberamos al pueblo de la opresión.

El proyecto protestante en su versión luterana o calvinista, han contribuido como ningún otro proyecto a la desaparición y debilitamiento de la sociedad; lo social y comunitario habrían salido robustecidos por el triunfo del catolicismo, pero frente a ello se ha promocionado lo individual frente a la participación y la cooperación, la misma civilización católica hubiese llegado en nuestros tiempos a una plenitud en el goce de la libertad con responsabilidad. La reforma protestante torció el devenir de la civilización occidental; se dedico más a la destrucción. Pero creando vacío, desesperación, anarquía y atomización, ya que no tenia otro objetivo que destruir la sociedad formada por las naciones europeas: Todo esto en resumidas cuentas nos llevo en el devenir de los tiempos a las dos guerras mundiales, siendo los cimientos de las ideologías imperantes en nuestro tiempo. El mundo actual tiene sus raíces antropológicas en la reforma de 1520.

Cuando el individualismo triunfa en una determinada sociedad, en detrimento de la comunidad, estamos asistiendo al declive de la nación, surgiendo en esta toda clase de separatismo (ya sea a nivel regional, individual) en todos los niveles. Todo esto derivara en la muerte del organismo nacional.

La democracia es una entelequia, los derechos solo se cumplen en los despachos y palacios de los ricos. Así, la democracia ha pervertido sus principios de libertad, igualdad y fraternidad. Nuestra democracia se ha convertido en una plutocracia, la cual vive de confiscaciones (tasas, impuestos, etc.) dando paso a la pobreza extrema, la exclusión social, disturbios, insurrecciones populares, amenaza de la internacionalización  de guerras civiles, las cuales nos retrotraen a épocas pasadas, dejando el campo abierto a una revolución global.

Toda caridad ha sido olvidada, toda razón ha sido corrompida, el rey de la creación es el hombre con amplia libertad o autonomía; un individuo que se erige en dueño absoluto de su cuerpo y de su alma, sus ideas o sus acciones carecen de limitación alguna, el capricho y la arbitrariedad ha tomado el relevo a Dios y al orden en la tierra, se produce de esta manera la debilitación de toda potestad o autoridad. La tiranía ha triunfado y han sido destronados la justicia y el bien común, abriendo las puertas a la impiedad.

Al quebrar la unidad religiosa en la reforma de 1520, Europa se vio sumergida en sistemas anárquicos y totalitarios, las nuevas ideologías imperantes (calvinismo y luteranismo) dieron lugar a toda suerte de despotismo y dictaduras, ofreciendo al futuro viejos y nuevos sistemas totalitarios, allí donde el catolicismo ha retrocedido y extinguido, han ocupado su lugar opresión y totalitarismo.

El sentimentalismo es la cuartada que el poder utiliza para embaucar, engañar, manipular. Es la estrategia de la diversión, es decir, nos enseña por un lado algo, para en la otra mano esconder lo que en realidad no quiere que veamos (como sabe cualquier ilusionista). El poder siempre recurre al sentimentalismo para esconder las situaciones de opresión y tiranía, ya que este es consciente de que utilizando como herramientas las emociones y instintos primarios, consigue distraer al individuo o al rebaño de la realidad en un momento coyuntural dado. Por ello se fomenta desde el poder, desde la voz (televisión: programas de los mal llamados problemas del corazón, las habladurías de vecindario y la vulgaridad en todos los niveles emocionales). Esto nos obnubila la capacidad intelectiva, el discernimiento, alcanzando el poder sus objetivos: dominar a la sociedad civil, convertida ya en el rebaño domesticado.

¿Es posible resolver la problemática de la destrucción de nuestra civilización? Abandonando toda tesis de la modernidad y produciéndose un renacimiento espiritual y material de toda la humanidad. Si así no nos ocurriese... la humanidad corre el riesgo de caer en el abismo, creando un torbellino de épocas de rebeliones y de anarquía, desorden y caos, en una palabra: el infierno en la tierra.

10 de Junio 2015. Miércoles.


Consulta Bibliográfica:

Augusto Comte. Filosofo francés nacido en Montpellier (1780-1857).  Comenzó a publicar su monumental obra: Curso de Filosofía positiva, siendo un simple auxiliar de la Escuela politécnica, pero su obra tuvo una inmensa influencia en la dirección científica del siglo XIX. Es el fundador del positivismo.
Michel F. Sciacca. Gran pensador italiano de la segunda mitad del siglo XX.

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