viernes, 27 de julio de 2018

LA CONFIANZA EN LA DEMOCRACIA


LA CONFIANZA EN LA DEMOCRACIA
Por
RICHARD PACARD

La democracia y toda la estructura sistémica y política se basa en la confianza. Cuando los electores emiten su papeleta en la urna para la elección de un determinado gobierno, también eligen a sus representantes para el Congreso y el Senado. Más este voto en las urnas jurídicamente no significa un poder real sobre sus representantes legítimos. Al trasladar el voto de la mano del elector a la urna, lo que esta es transfiriendo su soberanía a la del partido y sus representantes. La soberanía nacional termina en el momento de votar. En parte es un cheque en blanco. A partir de ese momento el elemento representante-elector se rompe, y quien se arroga ese poder es el partido. De ahí que el voto no vincule al cumplimiento de las promesas que se hicieron en campaña. Esto le confiere al partido la no vinculación a sus promesas, ya que la soberanía ha sido trasladada al Congreso. Esto le confiere al partido un poder absoluto sobre la nación. Es lo que en ciencia política se denomina Partitocracia, es decir, el gobierno de los partidos.

Nuestra única misión al acudir a las urnas es la elección o selección de un determinado gobierno, para así entregar nuestra soberanía y trasladar ese poder a los partidos, de esta manera obtienen un cierto barniz de legitimidad, desvinculándose de la voluntad del “Yo” Colectivo. ¿Acaso esto no constituye en sí mismo un fraude? Por ello la voluntad del soberano del “Yo” Colectivo queda aquí ilegitimada, y toda autoridad de los deseos y esperanzas de soberanía quedan reducida a cenizas. De esta manera la democracia queda reducida y extinguida a un acto vanal, en una especie de soberanía limitada al acto mismo de la elección, en la cual el ciudadano pierde el derecho de adquisición del mandato imperativo. Esta es la tesis que promovió Lenin del derecho no sólo de elección del “Yo” Colectivo, sino del derecho de revocabilidad en cualquier momento de todos sus representantes sin excepción alguna, es la voluntad del “Yo” Colectivo el que debe prevalecer por encima de las estructuras de cualquier ente, esto y no otra cosa es lo que nosotros denominamos una democracia avanzada, progresista y participativa.

Hemos de abrir los canales de participación directa, en aras a conceder a los ciudadanos potestad legislativa mediante dos herramientas fundamentales en todo régimen que ambicione autodenominarse un sistema democrático: el referendo y la iniciativa popular. Pero no nos olvidemos del hecho asociativo, fundamental para aplicar y desarrollar la voluntad del soberano colectivo. La representatividad de los países demoliberales son una parodia de democracia y de inutilidad, ya que toda su estructura se basa en la mentira. En nuestros días esta forma de concebir una democracia directa, no es en este contexto, ni una ilusión, ni una quimera, puesto que la informática hace posible esta forma técnica de apostar por una democracia avanzada y progresista. La misma sociedad orgánica se reforzara ya que participara y su opinión sera aplicada en la legislación. El poder sera trasferido al “Yo” Colectivo, único protagonista de representación de la nación. El representante sólo actúa por delegación y su opinión carece de validez.

Por lo tanto, se abre la posibilidad técnica de referendo en el futuro, para que de esa manera no se produzca el divorcio existente en la actualidad, entre gobernante y gobernado y el parlamento en sí mismo adquiera una representación más real, más acorde con los intereses y deseos de la sociedad.

Al apostar por una democracia y un parlamento vinculado a los deseos y opiniones del pueblo, este último cobrara protagonismo político, constituyéndose en un poder que disuelva el monopolio del partido; ya que al día de hoy el partido se conforma como un grupo de interés y de clase, fragmentando a la misma sociedad arrogando a sí mismo el papel representativo de la opinión general de una determinada sociedad, para -aunque esa representación general- se materializa en la defensa y el parapeto de la oligarquía capitalista, que perdería todo el poder con la consiguiente perdida de privilegios. El “Yo” soberano se constituye de esta manera en un verdadero contra-poder contra las grandes estructuras y por ello acabaría con todo abuso de poder, ya sea económico o político, formando de esta manera una conciencia social y política en los individuos y una cultura de participación en los asuntos públicos. Nuestros partidos políticos han olvidado la dimensión de herramienta que son para poder dar cauce a las necesidades, deseos, esperanzas e ilusiones que deben representar; en realidad se han convertido en meras herramientas de defensa de sus propios intereses, pues cuando se habla de oligarquía, no me refiero solamente a la oligarquía de tipo económico, sino más bien de igual manera a la de tipo político. Aunque todo poder en sí mismo es una oligarquía, dicho concepto es contrario a la democracia ya que esta idea se supone que lleva implicita la idea de cooperación y de buena distribución de los recursos. De ahi de la existencia de cierta justicia. Los partidos políticos actuales son partidos o organizaciones facciosas que los convierten en grupos de presión.

Todos los partidos políticos tienden a ser entidades u organizaciones cerradas y excluyentes, tendentes en muchos aspectos a evolucionar en algún momento del acontecer historico, hacia el partido único, lo cual puede constituir una amenaza hacia la democracia. Por ello necesitan el contrapeso del ámbito asociativo, de gran trascendencia para conseguir equilibrar la tendencia natural del partido hacia la consecución del poder absoluto. El poder del estado debe estar alejado de grupos de presión o de influencia, los cuales se hallan en la periferia del mismo; para establecer una democracia pura y perfecta, tales grupos y fuerzas extrasociales han de desaparecer por la voluntad del legislador, el cual solamente debe tener como único objetivo la justicia y el bien común. Ninguna otra consideración se tendra en cuenta.

Mientras existan minorías privilegiadas y grupos de presión, las elecciones no seran más que un metodo de selección politíca sin más transcendencia que elegir a un determinado partido o gobierno, pero no tendra efecto ya que la acción política se vera mediatizada por los compromisos de determinadas oligarquías, que solamente ansian el poder y su mantenimiento en él, para ver cumplidos sus intereses y ambiciones. La democracia -en este sentido- esta secuestrada por númerosos intereses partidistas y financieros. El poder económico y político van juntos de la mano. Es la esencia misma del capitalismo. De ahi el origen de la corrupción.

Más en la periferia de la sociedad la participación política, entendida como participación electoral y no real, en este último ámbito suele decrecer el interes por la misma; en este caso crece el abstencionismo como respuesta a la exclusión social. El excluido social es de naturaleza apatica e indiferente, ahogado y golpeado por burocracias limitadoras de ayudas sumergidas bajo un control extenuante rayano en la tiranía. Espero y ansio que las propuestas de una Renta Básica Universal, incondicional y por ello justa y su regulamiento, conduzcan en un futuro cercano a la muerte de la obligación de realizar cursos de formación o empleos de naturaleza precaria, que como decian nuestros padres: “Pan para hoy, hambre para mañana”. Una sociedad en la cual su derecho al trabajo no se extiende más allá de los contratos laborales temporales, fomenta la degradación del mercado laboral y crea la incertidumbre y desinteres por la empresa que lo contrato. La lealtad muere a manos de la codicia del empresariado. El sistema medoliberal entra en una crisis estructural permanente. El primero en resentirse son los salarios, después las ventas, el consumo y finalmente aparece el fantasma de la inflación.

Todos necesitamos a todos. Todos somos eslabones de una misma cadena, pero si uno solo de sus eslabones falla o desaparece, la inestabilidad y la incertidumbre se manifiesta en todo el cuerpo social. Se podría resquebrajar la clase política y el régimen. De todo esto se deduce la consecuencia del desinteres y el abstencionismo activo en la periferia. Más el abstencionismo podría convertirse en una herramienta o un factor político, al decirnos como mucha gente que no acude a las urnas, es por que se produce un descontento con el sistema imperante. Su respuesta al faltar a su derecho a votar solamente significa que no se ve representado en el sistema demoliberal. Es el silencio de los que no tienen voz.

En España hay campañas electorales muy frecuentes (comunidades autonomas, municipales, generales y europeas), pero la mayoria no es consciente de que su suerte personal no mejora, votan por que les dicen que para ser buen ciudadano hay que votar, sin más fundamento ni criterio. Y la gente no pone filtros ni analiza nada votan normalmente al que suponen que va ganar. Ya se que soy consciente del pesimismo que acompañan estas últimas palabras, pero en este asunto habla la experiencia, para votar bien hay que estar formado intelectualmente para ser consciente de cuales son las consecuencias que se sufriran de votar a un partido u otro, de derechas o de izquierdas. Normalmente las derechas siempre votaran a posiciones restrictivas en lo social y en derechos. Las izquierdas siempre fomentaran la justicia social, el progresismo y la defensa de los más necesitados. De los más débiles de la sociedad. Seria estupido el pobre que votara a un partido de derechas, por que seria como darle las llaves a su carcelero, ya que después las tiraria al mar; pues aunque no lo crean hay trabajadores pobres que votan a ideologias de derechas, votando de esta forma a su verdugo, en una especie de loteria macabra. ¿Se puede ser más estupido? La ignorancia es valiente, o podria decirse con un alto grado de inconsciencia colectiva. El pueblo español aún no esta formado para ser mayor de edad.

BIBLIOGRAFIA: RECOMENDAMOS:

1. Sartori, G y Sani, G: Polarización, fragmentación y competición en las democracias occidentales. RDP, nº 7. Madrid. 1988.

2. Kelsen, H.: Esencia y valor de la democracia. ED. Cast. Madrid. 1977.

3. Torres del Moral, A.: Composición del Congreso y de los Diputados. RFDUC, nº 2. Monografico. Madrid. 1980.

4. Condorcet: Declaración en la Asamblea Constituyente (1791). “El pueblo me ha enviado no para sostener sus opiniones sino para exponer las mías”.

5. LENIN. Necesidad del mandato imperativo. Decreto 4-XII-1917. “Toda institución electiva o Asamblea sólo puede ser considerada realmente democratica y representante efectiva de la voluntad popular si se reconoce y se aplica el derecho de los electores de revocar a sus elegidos.”