jueves, 31 de enero de 2019

LA GRAN MENTIRA DE EUROPA


LA GRAN MENTIRA DE EUROPA

Por

RICHARD PACARD


El mundo esta atravesando una serie de problemas difíciles de resolver, y todos esos problemas han sido causados por nuestras élites, por nuestro modelo de convivencia, por el orden instaurado tras las dos guerras mundiales; ese orden basado en el capitalismo, la democracia representativa, el liberalismo, en el nuevo paradigma de la caída de la Unión Soviética y el ataque a las torres gemelas, es en ese contexto de la superioridad del capitalismo donde se ha propiciado la presente crisis sistémica, tras esto se pone al descubierto la gran mentira en la cual estábamos viviendo. Y en parte seguimos viviendo. La pregunta clave es: ¿Para que se creo la Unión Europa? En gran parte para sostener una mentira, por otro lado por el miedo a que se acabara descubriendo todo el entramado que sostenía las grandes estructuras oligárquicas.

La creación de la Unión Europea tenía como objetivo la superación del estado nacional, creando una entidad supranacional para contrarrestar los desperfectos que la misma oligarquía había causado. Pero para ello había que impulsar un discurso basado en la ilusión por la unificación, había que convencer no tanto a los estados europeos, si no a los ciudadanos. Y durante un periodo largo así fue. Al principio todo ciudadano se consideraba europeo y después naturalmente parte integrante de su propio estado. Pertenecer a la Unión Europea era algo así como un plus, formar parte de una gran nación, ser miembro de un espacio de libertad y democracia, dicha organización era la solución a todos los problemas planteados a nivel mundial. Y esto ha sido el núcleo de la gran mentira.

Según el discurso europeista, la Unión Europea iba a resolver los problemas que nos acucian en la actualidad, estas razones eran de orden ecológico y medio ambiente, la amenaza que emana de los medios de destrucción masiva, el temor a una guerra nuclear, química o biológica, la problemática del tercer mundo, la cual pudiera provocar la reacción de los pueblos pobres contra los pueblos ricos y desarrollados, los riesgos ecológicos producidos por la gran industria, el trafico internacional de sustancias nocivas para nuestra salud, sin olvidarnos, en ningún momento, de la tendencia de las transacciones económicas que escapan al control y superan a los estados nacionales, ya que estas rompen la soberanía nacional, así como su influencia nociva en la economía de un determinado país.

No nos cabe ninguna duda que el verdadero origen de la Unión Europea frente a estos buenos propósitos, no era otro que forjar un mercado único europeo, y que los estados nacionales estuviesen subyugados bajo una única autoridad común, de esa manera se garantiza la libre circulación de los servicios, las mercancías, el capital y los trabajadores; más dicha macroestructura tenía como últimos objetivos la expansión supranacional de los negocios de las grandes élites industriales y financieras. Deslocalizar a los trabajadores en aras a fragmentar la familia, ya que un trabajador aislado en otro país, es más fácil de manipular.

Una de las grandes amenazas que conlleva el pertenecer a la Unión Europea es ir reduciendo lentamente la soberanía nacional en lo económico, en lo político y en lo social, de manera que dicho poder se fuera trasladando paulatinamente a la nueva supraestructura (Unión Europea), conformando unos parlamentos y una clase política, las cuales se convirtiesen en simples marionetas, cipayos del capitalismo global. Crear las condiciones necesarias para que los distintos estados nacionales se doblegaran a un poder totalitario, influyendo en las legislaciones laborales al servicio del coorporativismo mundial.

De esta manera se creo un proceso transnacional, donde las grandes coorporaciones multinacionales, ya no tenían ninguna limitación estatal, ya que todo el entramado técnico, político, social y económico, se encontraba supeditado a las políticas financieras de la Unión Europea. A partir de ese estadio en el proceso de la consecución de la unificación, los estados nacionales se convirtieron en simples marionetas, y algunas ayudas no dependían ya del parlamento, sino de una macroestructura de poder, la cual se encontraba por encima de la voluntad del colectivo europeo, de los estados nacionales y por ende de la propia democracia.

El embrión de la unión europea era pues crear un mercado sin fronteras, una mayor cohesión económica y social, y una política de investigación, según resumía el presidente de la comisión Jacques Délors, claro que esto todo a groso modo pueda parecer muy bonito, pero en la praxis, en suma se trataba de convertir a los pueblos europeos en esclavos del coorporativismo multinacional oligárquico. No hay nada más que ver y observar las políticas laborales emprendidas desde los años ochenta en adelante; más temporalidad, más incertidumbre, más desempleo, más precariedad, y da igual de que color sea el gobierno de turno. No somos en absoluto dueños de nuestro destino. Quien diseña y gobierna Europa es la Unión Europea, es quien implementa las normativas y las condiciones de empleabilidad son las élites representadas por la UE. De esta manera se va larvando a partir de los años noventa el gran escepticismo que surcan los pueblos europeos y que su odio estallara tras la crisis estructural del 2008. La unión europea ni siquiera es un estado, es en realidad un conglomerado y un club cuya única meta es la defensa de los intereses coorporativos a nivel mundial, en otras palabras: del capitalismo. Cuando escribo sobre las élites u oligarquías no me refiero solo ni en absoluto, a la clase adinerada, me refiero también a la clase política europea, y allí están todos, derechas e izquierdas.

El gran sueño de los grandes capitales es un mundo donde puedan traspasar las fronteras, una moneda única, y una democracia cada vez más reducida a la mínima expresión; su fuerza -la fuerza de los grandes capitales- radica en la legislación que esa comunidad europea crea, moldear al mundo a semejanza de sus intereses y sus conveniencias, así de esta forma los estados miembros de esa comunidad acataran la supremacía de las normativas europeas. Toda la macroestructura europeista no es democrática, ya que la democracia les molesta en sumo grado; las elecciones europeas no son más que el barniz y la imagen que la gran estructura quiere dar al conjunto de los colectivos nacionales, para trasladar a los pueblos la imagen falseada de una democracia igualitaria, la única verdad es que la unión europea no deja de ser una organización macroeconómica en defensa de las grandes coorporaciones capitalistas, en suma una estructura de poder, en defensa de una clase, en defensa de unos privilegios y de una superioridad basada en el dinero, en la sangre y en el multipartidismo. Los valores de la revolución francesa han muerto a manos de los eurocratas y las grandes élites. De un absolutismo que basaba su existencia en el derecho divino, hemos pasado a un totalitarismo macroeconómico que basa sus privilegios en la superioridad de su clase social. (Torres del Moral). ¡Pues si que vamos bien!

Por lo que respecta a España en particular; la constitución de 1978 ha dado cobertura jurídica a la integración comunitaria, el mismo texto constitucional reconoce la cesión de varias de sus competencias, inclusive el ejercicio de soberanía a las instancias supranacionales. (art. 93 y art. 96.1 CE 1978).

Tras lo narrado hasta este momento, cabe destacar, que dicha organización denominada “Unión Europea” tiene muchas similitudes con el fascismo de 1933. El fascismo no ha muerto tras su derrota en la segunda guerra mundial, simplemente se ha renovado. De momento, su única arma es el dinero, ¿Pero quien no nos asegura que si vieran en peligro sus propios intereses, no utilizarían ese dinero, para crear un gran partido para someter mediante las armas a quien se opusiera abiertamente a la clase superior oligárquica? De momento, esto no parece factible, por lo menos, a corto y largo plazo, ya que su mayor debilidad, reside precisamente, en esa superioridad mayestetica que aseguran poseer. Aún no son conscientes de que el sistema que tanto preconizan y defienden, es el mismo sistema que esta creando las condiciones necesarias para el triunfo de una revolución. Y ahí estriba -precisamente- la gran paradoja, el mismo sistema sera la tumba de toda la oligarquía. No hay futuro para los reaccionarios, ni para los que se amparan en viejos privilegios y prebendas; el germen de la destrucción de la unión europea esta inscrito en su propia génesis.

En la actualidad en toda Europa se esta reproduciendo el ascenso de la extrema derecha; en esta época se haya con una gran incertidumbre, de ahí el retorno del fascismo, su origen se haya en la presente crisis económica y social y en sus consecuencias más inmediatas, donde es imposible el entendimiento entre las fuerzas políticas, resquebrajandose el edificio y formándose una política de frentes, entre derecha e izquierda. No hay más que leer a Cayetano Nuñez Rivero sobre la evolución histórica de los sistemas políticos de Alemania e Italia, donde se muestra el proceso político de inestabilidad y crisis, de donde surgió el Partido Nacional Socialista y su legalidad. De hecho cabe una simple lectura para comprender que se esta reproduciendo las mismas condiciones que trajeron el triunfo en Alemania al régimen nazi. Una vez más la insensatez de nuestra clase dirigente y de los capitalistas de turno nos llevaran al abismo.

Sin embargo, pese a todo este contexto actual surge de las profundidades del océano, una nueva manera de entender la política, que espero que en la presente situación sirva de contención al auge del fascismo. Aunque no se haya exento de cierto radicalismo, si por radicalismo entendemos el ferviente deseo de transformar el mundo y al hombre. El radicalismo en sí mismo no tiene por que ser violento, puede tratarse de una evolución que impele a los pueblos a seguir adelante e ir en sucesivas fases destruyendo aquello que se opone a la historia, destruyendo aquellas instituciones o sistemas que se oponen al proceso sistémico de la evolución. Se destruye para construir. La radicalidad se forma cuando las instituciones y los sistemas políticos se vuelven tiránicos, por que son radicales los problemas y los retos que nos amenazan. Es cierto, que este todo proceso lleva implícito el eco de las revoluciones, justificadas muchas por el odio que siente el colectivo hacia aquellos que provocan injusticias, desigualdad e incertidumbre. De suerte, que esa ola de la que he hablado en otras ocasiones, la tenemos más cerca que antes. Cuanto más amenazas tengamos y más tribulaciones soportemos, más cerca se haya la ola de arrasarlo todo. Más cerca se haya la solución. Claro que la solución final para los adinerados no sera la misma que para los pobres del mundo. Los cuales llevan soportando las tiranías desde que el hombre es hombre. Cuanto mayor sea la oscuridad, más cerca estará la luz. Cada uno sera responsable en la medida que haya provocado la pobreza y la alineación de los “otros”. La revolución esta aquí materializada por esa gran ola que ya se ve en el horizonte. Sólo nos podremos salvar si no nos oponemos a ella. Ya que será una consecuencia de nuestros actos. Ni sera provocada por el hombre. Si no que ocurrirá a pesar del hombre.

BIBLIOGRAFIA: RECOMENTDAMOS.

  1. Instituciones políticas de la comunidad europea. Autor/a: María Victoria García-Atance García. Profesora Titular de Derecho Constitucional. (fgc).
  2. Los sistemas políticos Alemán e italiano. Autor: Cayetano Nuñez Rivero. Profesor Titular de Derecho Constitucional. Universidad Nacional de Educación a distancia. Dirección: Antonio Torres del Moral. (fgc).
  3. Tratados fundacionales de París. (CECA) y de Roma (CEE). (fgc).


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