LA
GRAN MENTIRA DE EUROPA
Por
RICHARD
PACARD
El
mundo esta atravesando una serie de problemas difíciles de resolver,
y todos esos problemas han sido causados por nuestras élites, por
nuestro modelo de convivencia, por el orden instaurado tras las dos
guerras mundiales; ese orden basado en el capitalismo, la democracia
representativa, el liberalismo, en el nuevo paradigma de la caída de
la Unión Soviética y el ataque a las torres gemelas, es en ese
contexto de la superioridad del capitalismo donde se ha propiciado la
presente crisis sistémica, tras esto se pone al descubierto la gran
mentira en la cual estábamos viviendo. Y en parte seguimos viviendo.
La pregunta clave es: ¿Para que se creo la Unión Europa? En gran
parte para sostener una mentira, por otro lado por el miedo a que se
acabara descubriendo todo el entramado que sostenía las grandes
estructuras oligárquicas.
La
creación de la Unión Europea tenía como objetivo la superación
del estado nacional, creando una entidad supranacional para
contrarrestar los desperfectos que la misma oligarquía había
causado. Pero para ello había que impulsar un discurso basado en la
ilusión por la unificación, había que convencer no tanto a los
estados europeos, si no a los ciudadanos. Y durante un periodo largo
así fue. Al principio todo ciudadano se consideraba europeo y
después naturalmente parte integrante de su propio estado.
Pertenecer a la Unión Europea era algo así como un plus, formar
parte de una gran nación, ser miembro de un espacio de libertad y
democracia, dicha organización era la solución a todos los
problemas planteados a nivel mundial. Y esto ha sido el núcleo de la
gran mentira.
Según
el discurso europeista, la Unión Europea iba a resolver los
problemas que nos acucian en la actualidad, estas razones eran de
orden ecológico y medio ambiente, la amenaza que emana de los medios
de destrucción masiva, el temor a una guerra nuclear, química o
biológica, la problemática del tercer mundo, la cual pudiera
provocar la reacción de los pueblos pobres contra los pueblos ricos
y desarrollados, los riesgos ecológicos producidos por la gran
industria, el trafico internacional de sustancias nocivas para
nuestra salud, sin olvidarnos, en ningún momento, de la tendencia de
las transacciones económicas que escapan al control y superan a los
estados nacionales, ya que estas rompen la soberanía nacional, así
como su influencia nociva en la economía de un determinado país.
No
nos cabe ninguna duda que el verdadero origen de la Unión Europea
frente a estos buenos propósitos, no era otro que forjar un mercado
único europeo, y que los estados nacionales estuviesen subyugados
bajo una única autoridad común, de esa manera se garantiza la libre
circulación de los servicios, las mercancías, el capital y los
trabajadores; más dicha macroestructura tenía como últimos
objetivos la expansión supranacional de los negocios de las grandes
élites industriales y financieras. Deslocalizar a los trabajadores
en aras a fragmentar la familia, ya que un trabajador aislado en otro
país, es más fácil de manipular.
Una
de las grandes amenazas que conlleva el pertenecer a la Unión
Europea es ir reduciendo lentamente la soberanía nacional en lo
económico, en lo político y en lo social, de manera que dicho poder
se fuera trasladando paulatinamente a la nueva supraestructura (Unión
Europea), conformando unos parlamentos y una clase política, las
cuales se convirtiesen en simples marionetas, cipayos del
capitalismo global. Crear las condiciones necesarias para que los
distintos estados nacionales se doblegaran a un poder totalitario,
influyendo en las legislaciones laborales al servicio del
coorporativismo mundial.
De
esta manera se creo un proceso transnacional, donde las grandes
coorporaciones multinacionales, ya no tenían ninguna limitación
estatal, ya que todo el entramado técnico, político, social y
económico, se encontraba supeditado a las políticas financieras de
la Unión Europea. A partir de ese estadio en el proceso de la
consecución de la unificación, los estados nacionales se
convirtieron en simples marionetas, y algunas ayudas no dependían ya
del parlamento, sino de una macroestructura de poder, la cual se
encontraba por encima de la voluntad del colectivo europeo, de los
estados nacionales y por ende de la propia democracia.
El
embrión de la unión europea era pues crear un mercado sin
fronteras, una mayor cohesión económica y social, y una política
de investigación, según resumía el presidente de la comisión
Jacques Délors, claro que esto todo a groso modo pueda parecer muy
bonito, pero en la praxis, en suma se trataba de convertir a los
pueblos europeos en esclavos del coorporativismo multinacional
oligárquico. No hay nada más que ver y observar las políticas
laborales emprendidas desde los años ochenta en adelante; más
temporalidad, más incertidumbre, más desempleo, más precariedad, y
da igual de que color sea el gobierno de turno. No somos en absoluto
dueños de nuestro destino. Quien diseña y gobierna Europa es la
Unión Europea, es quien implementa las normativas y las condiciones
de empleabilidad son las élites representadas por la UE. De esta
manera se va larvando a partir de los años noventa el gran
escepticismo que surcan los pueblos europeos y que su odio estallara
tras la crisis estructural del 2008. La unión europea ni siquiera es
un estado, es en realidad un conglomerado y un club cuya única meta
es la defensa de los intereses coorporativos a nivel mundial, en
otras palabras: del capitalismo. Cuando escribo sobre las élites u
oligarquías no me refiero solo ni en absoluto, a la clase adinerada,
me refiero también a la clase política europea, y allí están
todos, derechas e izquierdas.
El
gran sueño de los grandes capitales es un mundo donde puedan
traspasar las fronteras, una moneda única, y una democracia cada vez
más reducida a la mínima expresión; su fuerza -la fuerza de los
grandes capitales- radica en la legislación que esa comunidad
europea crea, moldear al mundo a semejanza de sus intereses y sus
conveniencias, así de esta forma los estados miembros de esa
comunidad acataran la supremacía de las normativas europeas. Toda la
macroestructura europeista no es democrática, ya que la democracia
les molesta en sumo grado; las elecciones europeas no son más que el
barniz y la imagen que la gran estructura quiere dar al conjunto de
los colectivos nacionales, para trasladar a los pueblos la imagen
falseada de una democracia igualitaria, la única verdad es que la
unión europea no deja de ser una organización macroeconómica en
defensa de las grandes coorporaciones capitalistas, en suma una
estructura de poder, en defensa de una clase, en defensa de unos
privilegios y de una superioridad basada en el dinero, en la sangre y
en el multipartidismo. Los valores de la revolución francesa han
muerto a manos de los eurocratas y las grandes élites. De un
absolutismo que basaba su existencia en el derecho divino, hemos
pasado a un totalitarismo macroeconómico que basa sus privilegios en
la superioridad de su clase social. (Torres del Moral). ¡Pues si que
vamos bien!
Por
lo que respecta a España en particular; la constitución de 1978 ha
dado cobertura jurídica a la integración comunitaria, el mismo
texto constitucional reconoce la cesión de varias de sus
competencias, inclusive el ejercicio de soberanía a las instancias
supranacionales. (art. 93 y art. 96.1 CE 1978).
Tras
lo narrado hasta este momento, cabe destacar, que dicha organización
denominada “Unión Europea” tiene muchas similitudes con el
fascismo de 1933. El fascismo no ha muerto tras su derrota en la
segunda guerra mundial, simplemente se ha renovado. De momento, su
única arma es el dinero, ¿Pero quien no nos asegura que si vieran
en peligro sus propios intereses, no utilizarían ese dinero, para
crear un gran partido para someter mediante las armas a quien se
opusiera abiertamente a la clase superior oligárquica? De momento,
esto no parece factible, por lo menos, a corto y largo plazo, ya que
su mayor debilidad, reside precisamente, en esa superioridad
mayestetica que aseguran poseer. Aún no son conscientes de que el
sistema que tanto preconizan y defienden, es el mismo sistema que
esta creando las condiciones necesarias para el triunfo de una
revolución. Y ahí estriba -precisamente- la gran paradoja, el mismo
sistema sera la tumba de toda la oligarquía. No hay futuro para los
reaccionarios, ni para los que se amparan en viejos privilegios y
prebendas; el germen de la destrucción de la unión europea esta
inscrito en su propia génesis.
En
la actualidad en toda Europa se esta reproduciendo el ascenso de la
extrema derecha; en esta época se haya con una gran incertidumbre,
de ahí el retorno del fascismo, su origen se haya en la presente
crisis económica y social y en sus consecuencias más inmediatas,
donde es imposible el entendimiento entre las fuerzas políticas,
resquebrajandose el edificio y formándose una política de frentes,
entre derecha e izquierda. No hay más que leer a Cayetano Nuñez
Rivero sobre la evolución histórica de los sistemas políticos de
Alemania e Italia, donde se muestra el proceso político de
inestabilidad y crisis, de donde surgió el Partido Nacional
Socialista y su legalidad. De hecho cabe una simple lectura para
comprender que se esta reproduciendo las mismas condiciones que
trajeron el triunfo en Alemania al régimen nazi. Una vez más la
insensatez de nuestra clase dirigente y de los capitalistas de turno
nos llevaran al abismo.
Sin
embargo, pese a todo este contexto actual surge de las profundidades
del océano, una nueva manera de entender la política, que espero
que en la presente situación sirva de contención al auge del
fascismo. Aunque no se haya exento de cierto radicalismo, si por
radicalismo entendemos el ferviente deseo de transformar el mundo y
al hombre. El radicalismo en sí mismo no tiene por que ser violento,
puede tratarse de una evolución que impele a los pueblos a seguir
adelante e ir en sucesivas fases destruyendo aquello que se opone a
la historia, destruyendo aquellas instituciones o sistemas que se
oponen al proceso sistémico de la evolución. Se destruye para
construir. La radicalidad se forma cuando las instituciones y los
sistemas políticos se vuelven tiránicos, por que son radicales los
problemas y los retos que nos amenazan. Es cierto, que este todo
proceso lleva implícito el eco de las revoluciones, justificadas
muchas por el odio que siente el colectivo hacia aquellos que
provocan injusticias, desigualdad e incertidumbre. De suerte, que esa
ola de la que he hablado en otras ocasiones, la tenemos más cerca
que antes. Cuanto más amenazas tengamos y más tribulaciones
soportemos, más cerca se haya la ola de arrasarlo todo. Más cerca
se haya la solución. Claro que la solución final para los
adinerados no sera la misma que para los pobres del mundo. Los cuales
llevan soportando las tiranías desde que el hombre es hombre. Cuanto
mayor sea la oscuridad, más cerca estará la luz. Cada uno sera
responsable en la medida que haya provocado la pobreza y la
alineación de los “otros”. La revolución esta aquí
materializada por esa gran ola que ya se ve en el horizonte. Sólo
nos podremos salvar si no nos oponemos a ella. Ya que será una
consecuencia de nuestros actos. Ni sera provocada por el hombre. Si
no que ocurrirá a pesar del hombre.
BIBLIOGRAFIA:
RECOMENTDAMOS.
-
Instituciones políticas de la comunidad europea. Autor/a: María Victoria García-Atance García. Profesora Titular de Derecho Constitucional. (fgc).
-
Los sistemas políticos Alemán e italiano. Autor: Cayetano Nuñez Rivero. Profesor Titular de Derecho Constitucional. Universidad Nacional de Educación a distancia. Dirección: Antonio Torres del Moral. (fgc).
-
Tratados fundacionales de París. (CECA) y de Roma (CEE). (fgc).
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