EL
DECLIVE DE LA EUROPA CONTEMPORANEA
Por
RICHARD
PACARD
A
lo largo y ancho de la Europa contemporánea recorre entre sus
pueblos un gran escepticismo hacia aquel sueño que una vez hemos
tenido en la posibilidad de una gran nación, fue el sueño de lo que
se nos vendió como los Estados Unidos de Europa, el sueño de ser el
ejemplo para el resto del mundo, del lugar donde la democracia había
triunfado en toda su amplitud, donde reinaría la tolerancia, la
defensa de las libertades, el respeto al extranjero, la protección
de las minorías y el rechazo al autoritarismo y la xenofobia. Pero
pasaron muchas cosas en el transcurso de ese tiempo, tiempo de una
esperanza truncada pero siempre renovada; dos hitos fundamentales
conforman la realidad: el primero de ellos es la caída del muro de
Berlin y con ello la Unión Soviética, el cual se había conformado
como muro de contención contra la bestia del capitalismo, de ahí el
surgimiento de todos nuestros derechos como una concesión del
capitalismo ante la amenaza que representaba la Unión Soviética, el
porto estandarte de la izquierda había desaparecido y dejado las
puertas abiertas a todo tipo de tiranía. El segundo hito fundamental
es el ataque del mundo musulmán a las torres gemelas de Nueva York
el 11 de Septiembre de 2001. A partir de esos hechos históricos el
capitalismo se ve triunfante y vencedor, pero lo que al principio
vimos como un sueño prometedor de grandes esperanzas, se convirtió
en una pesadilla de la cual aún no hemos despertado. No hay más que
leer los dos sendos artículos de Pipa Norris y Jhon Gray, publicados
en el País, el domingo, 9 de septiembre de 2018, para entender lo
que esta sucediendo en el Reino Unido, y se comprenderá mejor el
nuevo paradigma de Europa. El discurso Fascista se va extendiendo
complementado con un mercado y una oligarquía, donde los pueblos ya
no tienen en lo económico capacidad de decisión, los valores
constitucionales están siendo arrinconados ante el poder absoluto
del corporativismo multinacional. La única ideología imperante en
la actualidad es el corporativismo y el monetarismo, los cuales
arrinconan a la democracia. No me extraña que Cataluña se quiera ir
de España. Aún así Cataluña se equivoca en irse de España, así
como esta se equivoca en seguir en la Unión Europea. ¿Que nos puede
aportar Europa como proyecto en común? Desde luego nada ilusionante,
si no más antidemocracia, más intolerancia, menos derechos y más
autoritarismo y xenofobia. A esto todo se le añade que la gran
mentira del sistema pone al descubierto toda la basura que se halla
por debajo de las cloacas. La crisis estructural del capitalismo, es
al mismo tiempo desestructural -promovida todo ello por la misma
oligarquía-. Desestructural para conseguir su única meta: promover
políticas de austeridad, de recortes en derechos fundamentales,
moldear a los pueblos europeos de modo y manera, que se consiguiera
lo mismo que si hubiera una guerra, pero sin los desastres que
acarrearía un conflicto bélico, que pudiera destruir el mismo
capitalismo. De ese modo implantar una dictadura tecnocrática, para
conquistar el poder totalitario.
Una
de las consecuencias del declive de Europa es que la presente crisis
a puesto de manifiesto las grandes mentiras y los compadreos entre la
oligarquía y una clase política rendida a sus pies. De ahí que las
viejas etiquetas entre izquierda y derecha vayan desapareciendo y se
instituye una revolución transversal, en donde los pobres se niegan
a tomar parte en una burocracia y en unos parches que (Bono social y
demás ayudas para contrarrestar los precios de la luz) son la
antesala de la tiranía. No. Los pobres ya no se creen nada que les
ofrezca la clase política, acobardada ante las élites, no creen en
Europa, no creen que sean dichas ideologías las que los representen.
Europa es un nido de eurocratas, que solo miran por sus intereses,
parapetados en el mercado, en sus cuantiosos negocios, en el robo y
el fraude, que han dado origen a sus fortunas. La primera medida a
implementar sería la revisión a nivel europeo de todas sus
fortunas, pero para todo eso se necesitaría una nueva legislación,
puesto que la macroeconomía es el enemigo frontal contra toda la
sociedad civil. Hay una legislación para los ricos y otra para los
pobres. Y ya sabemos quien lleva la mejor parte del pastel. ¿No son
motivos suficientes para separarnos de Europa? ¿Que nos puede
ofrecer Europa si no una vida dependiente e insulsa del mercado, y
esclavizados por la próxima factura, recibo o desahucio? No se puede
vivir día a día a golpe de facturas, recibos, desahucios, más
facturas, más recibos y más desahucios. Ese es el único horizonte
que nos oferta Europa.
Por
otro lado, el Fascismo resurge de sus cenizas por todo el continente,
la extrema derecha avanza en países como Polonia, Hungría, Italia,
Alemania y así podríamos seguir; el caldo de cultivo de estos
grupos o partidos es el vacío de proyecto y la incertidumbre de
futuro en todos los aspectos y ámbitos de la vida. Cada día somos
más dependientes de burocracias y de una ideología tecnocrática
que no concibe el progreso tecnológico como instrumento para hacer
más fácil la vida, si no al contrario, que sirva de herramienta
para endeudar al ciudadano/consumidor, dependiente siempre de una
patología enfermiza por el consumo permanente; el perfil del
consumidor europeo es el individuo al cual podríamos denominar como
“hombre de supermercado”, ya que dicha patología le impele a
consumir y a tirar lo consumido para comprar el último objeto que el
mercado le dicta desde grandes campañas publicitarias, donde la
mentira se institucionaliza para alterar nuestra conciencia, ¿Que es
la publicidad constante en televisiones y radios o demás medios, si
no un lavado de cerebro? Una mentira repetida muchas veces pasa por
una gran verdad. Esto lo saben los psicólogos, los vendedores, las
corporaciones multinacionales y todo el conglomerado levantado en
torno al único dios al que la posmodernidad rinde pleitesía: el
mercado. Esto todo y algunas cosas más es lo que representa Europa.
Europa representa lo peor del ser humano e instrumentándolo bien el
consumidor se convierte en un esclavo dócil, de ahí que los viejos
y siempre nuevos fantasmas del pasado resurgen, como puede ser el
avance inexorable del Fascismo. Toda estructura de poder -y Europa lo
es- siempre se ha basado en el miedo y en la mentira. De ahí que le
interese crear las condiciones apropiadas para establecer la
incertidumbre a nivel social, político y económico, de esa forma
somos todos más dependientes del poder, de cualquier clase de poder,
bien sea público o privado. Y esa es la única verdad inexorable
que tenemos que tener en cuenta. Por que si comprendemos todo esto y
alcanzamos el conocimiento del contexto, esto puede ser el principio
de la solución. Reino Unido nos muestra el camino. Esta gran nación
se nos manifiesta como la vanguardia del país que ha comprendido
desde el principio, que Europa era una gran mentira y un regalo
envenenado. Nadie dijo que fuera fácil, pero es lo que España y
otros países deberíamos estar haciendo.
Mientras
tanto, nuestros liberales y oligarquías se creen impunes ante el
avance de la historia, al juicio inapelable de la misma, ignorando
que una página de la historia acaba de darse la vuelta, y otra se
abre ante nuestra vista completamente en blanco. El futuro lo
escribirá el “Yo” Colectivo; el individualismo y su principal
promotor el liberalismo, antiguallas del pasado, habrán desaparecido
de la tierra, el capitalismo, a pesar de su poder y de su
resistencia, habrá caído igual que la antigua Babilonia. Europa
habrá sucumbido ante los vientos que impulsan la marea. Y sera
entonces, solo entonces, cuando los pobres, los justos y los limpios
de corazón, heredaran la tierra.
BIBLIOGRAFIA:
RECOMENDAMOS.
-
La guerra cultural del Brexit. Por Pippa Norris. Es catedrática en el Kennedy School de la Universidad de Harvard y directora y fundadora del Electoral integrity Pojec. Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia. El País, domingo 9 de septiembre de 2018. Páginas 2-3.
-
Más UE es más nacionalismo. Por Jhon Gray. Es catedrático emérito de Pensamiento Europeo en la London School of economics. Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia. El País, domingo 9 de septiembre de 2018. Página 4.
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