LA CONFIANZA EN LA DEMOCRACIA
Por
RICHARD PACARD
La democracia y toda la estructura sistémica y política se basa
en la confianza. Cuando los electores emiten su papeleta en la urna
para la elección de un determinado gobierno, también eligen a sus
representantes para el Congreso y el Senado. Más este voto en las
urnas jurídicamente no significa un poder real sobre sus
representantes legítimos. Al trasladar el voto de la mano del
elector a la urna, lo que esta es transfiriendo su soberanía a la
del partido y sus representantes. La soberanía nacional termina en
el momento de votar. En parte es un cheque en blanco. A partir de ese
momento el elemento representante-elector se rompe, y quien se arroga
ese poder es el partido. De ahí que el voto no vincule al
cumplimiento de las promesas que se hicieron en campaña. Esto le
confiere al partido la no vinculación a sus promesas, ya que la
soberanía ha sido trasladada al Congreso. Esto le confiere al
partido un poder absoluto sobre la nación. Es lo que en ciencia
política se denomina Partitocracia, es decir, el gobierno de los
partidos.
Nuestra única misión al acudir a las urnas es la elección o
selección de un determinado gobierno, para así entregar nuestra
soberanía y trasladar ese poder a los partidos, de esta manera
obtienen un cierto barniz de legitimidad, desvinculándose de la
voluntad del “Yo” Colectivo. ¿Acaso esto no constituye en sí
mismo un fraude? Por ello la voluntad del soberano del “Yo”
Colectivo queda aquí ilegitimada, y toda autoridad de los deseos y
esperanzas de soberanía quedan reducida a cenizas. De esta manera la
democracia queda reducida y extinguida a un acto vanal, en una
especie de soberanía limitada al acto mismo de la elección, en la
cual el ciudadano pierde el derecho de adquisición del mandato
imperativo. Esta es la tesis que promovió Lenin del derecho no sólo
de elección del “Yo” Colectivo, sino del derecho de
revocabilidad en cualquier momento de todos sus representantes sin
excepción alguna, es la voluntad del “Yo” Colectivo el que debe
prevalecer por encima de las estructuras de cualquier ente, esto y no
otra cosa es lo que nosotros denominamos una democracia avanzada,
progresista y participativa.
Hemos de abrir los canales de participación directa, en aras a
conceder a los ciudadanos potestad legislativa mediante dos
herramientas fundamentales en todo régimen que ambicione
autodenominarse un sistema democrático: el referendo y la iniciativa
popular. Pero no nos olvidemos del hecho asociativo, fundamental para
aplicar y desarrollar la voluntad del soberano colectivo. La
representatividad de los países demoliberales son una parodia de
democracia y de inutilidad, ya que toda su estructura se basa en la
mentira. En nuestros días esta forma de concebir una democracia
directa, no es en este contexto, ni una ilusión, ni una quimera,
puesto que la informática hace posible esta forma técnica de
apostar por una democracia avanzada y progresista. La misma sociedad
orgánica se reforzara ya que participara y su opinión sera aplicada
en la legislación. El poder sera trasferido al “Yo” Colectivo,
único protagonista de representación de la nación. El
representante sólo actúa por delegación y su opinión carece de
validez.
Por lo tanto, se abre la posibilidad técnica de referendo en el
futuro, para que de esa manera no se produzca el divorcio existente
en la actualidad, entre gobernante y gobernado y el parlamento en sí
mismo adquiera una representación más real, más acorde con los
intereses y deseos de la sociedad.
Al apostar por una democracia y un parlamento vinculado a los
deseos y opiniones del pueblo, este último cobrara protagonismo
político, constituyéndose en un poder que disuelva el monopolio del
partido; ya que al día de hoy el partido se conforma como un grupo
de interés y de clase, fragmentando a la misma sociedad arrogando a
sí mismo el papel representativo de la opinión general de una
determinada sociedad, para -aunque esa representación general- se
materializa en la defensa y el parapeto de la oligarquía
capitalista, que perdería todo el poder con la consiguiente perdida
de privilegios. El “Yo” soberano se constituye de esta manera en
un verdadero contra-poder contra las grandes estructuras y por ello
acabaría con todo abuso de poder, ya sea económico o político,
formando de esta manera una conciencia social y política en los
individuos y una cultura de participación en los asuntos públicos.
Nuestros partidos políticos han olvidado la dimensión de
herramienta que son para poder dar cauce a las necesidades, deseos,
esperanzas e ilusiones que deben representar; en realidad se han
convertido en meras herramientas de defensa de sus propios intereses,
pues cuando se habla de oligarquía, no me refiero solamente a la
oligarquía de tipo económico, sino más bien de igual manera a la
de tipo político. Aunque todo poder en sí mismo es una oligarquía,
dicho concepto es contrario a la democracia ya que esta idea se
supone que lleva implicita la idea de cooperación y de buena
distribución de los recursos. De ahi de la existencia de cierta
justicia. Los partidos políticos actuales son partidos o
organizaciones facciosas que los convierten en grupos de presión.
Todos los partidos políticos tienden a ser entidades u
organizaciones cerradas y excluyentes, tendentes en muchos aspectos a
evolucionar en algún momento del acontecer historico, hacia el
partido único, lo cual puede constituir una amenaza hacia la
democracia. Por ello necesitan el contrapeso del ámbito asociativo,
de gran trascendencia para conseguir equilibrar la tendencia natural
del partido hacia la consecución del poder absoluto. El poder del
estado debe estar alejado de grupos de presión o de influencia, los
cuales se hallan en la periferia del mismo; para establecer una
democracia pura y perfecta, tales grupos y fuerzas extrasociales han
de desaparecer por la voluntad del legislador, el cual solamente debe
tener como único objetivo la justicia y el bien común. Ninguna otra
consideración se tendra en cuenta.
Mientras existan minorías privilegiadas y grupos de presión, las
elecciones no seran más que un metodo de selección politíca sin
más transcendencia que elegir a un determinado partido o gobierno,
pero no tendra efecto ya que la acción política se vera mediatizada
por los compromisos de determinadas oligarquías, que solamente
ansian el poder y su mantenimiento en él, para ver cumplidos sus
intereses y ambiciones. La democracia -en este sentido- esta
secuestrada por númerosos intereses partidistas y financieros. El
poder económico y político van juntos de la mano. Es la esencia
misma del capitalismo. De ahi el origen de la corrupción.
Más en la periferia de la sociedad la participación política,
entendida como participación electoral y no real, en este último
ámbito suele decrecer el interes por la misma; en este caso crece el
abstencionismo como respuesta a la exclusión social. El excluido
social es de naturaleza apatica e indiferente, ahogado y golpeado por
burocracias limitadoras de ayudas sumergidas bajo un control
extenuante rayano en la tiranía. Espero y ansio que las propuestas
de una Renta Básica Universal, incondicional y por ello justa y su
regulamiento, conduzcan en un futuro cercano a la muerte de la
obligación de realizar cursos de formación o empleos de naturaleza
precaria, que como decian nuestros padres: “Pan para hoy, hambre
para mañana”. Una sociedad en la cual su derecho al trabajo no se
extiende más allá de los contratos laborales temporales, fomenta la
degradación del mercado laboral y crea la incertidumbre y desinteres
por la empresa que lo contrato. La lealtad muere a manos de la
codicia del empresariado. El sistema medoliberal entra en una crisis
estructural permanente. El primero en resentirse son los salarios,
después las ventas, el consumo y finalmente aparece el fantasma de
la inflación.
Todos necesitamos a todos. Todos somos eslabones de una misma
cadena, pero si uno solo de sus eslabones falla o desaparece, la
inestabilidad y la incertidumbre se manifiesta en todo el cuerpo
social. Se podría resquebrajar la clase política y el régimen. De
todo esto se deduce la consecuencia del desinteres y el
abstencionismo activo en la periferia. Más el abstencionismo podría
convertirse en una herramienta o un factor político, al decirnos
como mucha gente que no acude a las urnas, es por que se produce un
descontento con el sistema imperante. Su respuesta al faltar a su
derecho a votar solamente significa que no se ve representado en el
sistema demoliberal. Es el silencio de los que no tienen voz.
En España hay campañas electorales muy frecuentes (comunidades
autonomas, municipales, generales y europeas), pero la mayoria no es
consciente de que su suerte personal no mejora, votan por que les
dicen que para ser buen ciudadano hay que votar, sin más fundamento
ni criterio. Y la gente no pone filtros ni analiza nada votan
normalmente al que suponen que va ganar. Ya se que soy consciente del
pesimismo que acompañan estas últimas palabras, pero en este asunto
habla la experiencia, para votar bien hay que estar formado
intelectualmente para ser consciente de cuales son las consecuencias
que se sufriran de votar a un partido u otro, de derechas o de
izquierdas. Normalmente las derechas siempre votaran a posiciones
restrictivas en lo social y en derechos. Las izquierdas siempre
fomentaran la justicia social, el progresismo y la defensa de los más
necesitados. De los más débiles de la sociedad. Seria estupido el
pobre que votara a un partido de derechas, por que seria como darle
las llaves a su carcelero, ya que después las tiraria al mar; pues
aunque no lo crean hay trabajadores pobres que votan a ideologias de
derechas, votando de esta forma a su verdugo, en una especie de
loteria macabra. ¿Se puede ser más estupido? La ignorancia es
valiente, o podria decirse con un alto grado de inconsciencia
colectiva. El pueblo español aún no esta formado para ser mayor de
edad.
BIBLIOGRAFIA: RECOMENDAMOS:
1. Sartori, G y Sani, G: Polarización, fragmentación y
competición en las democracias occidentales. RDP, nº 7. Madrid.
1988.
2. Kelsen, H.: Esencia y valor de la democracia. ED. Cast. Madrid.
1977.
3. Torres del Moral, A.: Composición del Congreso y de los
Diputados. RFDUC, nº 2. Monografico. Madrid. 1980.
4. Condorcet: Declaración en la Asamblea Constituyente (1791).
“El pueblo me ha enviado no para sostener sus opiniones sino para
exponer las mías”.
5. LENIN. Necesidad del mandato imperativo. Decreto 4-XII-1917.
“Toda institución electiva o Asamblea sólo puede ser considerada
realmente democratica y representante efectiva de la voluntad popular
si se reconoce y se aplica el derecho de los electores de revocar a
sus elegidos.”
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